Sunday, February 7, 2021, was, like all electoral Sundays in recent Ecuadorian history, of intense sun, languid clouds, and abrasive concrete sidewalks. But, even though thousands of people swarmed from here to there through the streets of Quito, leaving their cars parked in sidewalks more or less distant from their polling places, it was an electoral day like no other. If the commonplace says that voting is a democratic party, that of February 7 in Quito had the rarefied atmosphere of forced celebrations to which, by obligation, one only has to go. The truth is that the covid-19 pandemic altered the logistics of the vote. With masks, distanced, following one-way paths, more than 12.8 million people voted within Ecuadorian territory.Others, more than 400 thousand, did it abroad. At five in the afternoon, as in any other year, the sirens sounded throughout Ecuador. In Quito, it was a continuous and persistent roar, different from the alarming intermittence of those other sirens that Quiteños have heard with anguish in the last eleven months - those that announce that hospitals continue to fill, that intensive care units are no longer they supply. Today's afternoon, on the other hand, announced that the voting was closed. The streets were emptied, as in the worst days of the health emergency, but no longer for fear of the spread of covid-19, but the expectation of the electoral results.Text by José María León. Assignment for GK.cityEl domingo 7 de febrero de 2021 fue, como todos los domingos electorales de la historia reciente ecuatoriana, de intenso sol, lánguidas nubes y veredas de concreto abrasivas. Pero, a pesar de que miles de personas pululaban de aquí para allá por las calles de Quito, dejando sus carros parqueados en veredas más o menos distantes de sus recintos electorales, fue una jornada electoral como ninguna otra. Si el lugar común dice que las votaciones son una fiesta democrática, la del 7 de febrero en Quito tenía el ambiente enrarecido de las celebraciones forzadas a las que, por obligación, a uno no le queda más que ir. Lo cierto es que la pandemia del covid-19 alteró la logística del voto. Con mascarilla, distanciados, siguiendo caminos unidireccionales, más de 12,8 millones de personas votaron dentro del territorio ecuatoriano. Otras más de 400 mil, lo hicieron en el extranjero. A las cinco de la tarde, como en cualquier otro año, las sirenas sonaron en todo el Ecuador. En Quito, fue un bramido continuo y persistente, distinto a la intermitencia alarmante de esas otras sirenas que los quiteños han escuchado con angustia en los últimos once meses —las que anuncian que los hospitales se siguen llenando, que las unidades de cuidados intensivos ya no dan abasto. La de la tarde de hoy, en cambio, anunciaba que las votaciones se cerraron. Las calles se vaciaron, como en los peores días de la emergencia sanitaria, pero ya no por miedo a la propagación del covid-19, sino por la expectativa de los resultados electorales. Texto por José María León. Encargo para GK.city
David Diaz
David Diaz is an Ecuadorian audiovisual communicator and documentary visual storyteller.